No, no son nubes. O no al menos como a las que estamos acostumbrados. Lo que veis en la fotografía es una nebulosa de reflexión, es decir, es una enorme nube de gas y polvo que no tiene brillo propio, sino que refleja el brillo de una estrella cercana.
Pero, en este caso, no es sólo una estrella la que ilumina la nube de gas, sino que se trata de un cúmulo estelar, es decir, un grupo de estrellas que tuvieron su origen de la misma nebulosa y en un mismo momento, pero que crecen juntas cada una con una masa diferente. Una de ellas es una masiva estrella joven azul y es la que se encarga de iluminar esta nebulosa para que pueda llegar su señal hasta nosotros.
Recibe su nombre por el parecido que tiene a la flor de iris, siendo buena muestra de las bellezas que el Universo nos coloca a nuestro alrededor, aunque algo lejos, a tan solo 1.300 años luz…